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jueves, 18 de diciembre de 2025

Ecuador no debe convertirse en un campo de batalla:

 


Ecuador no debe convertirse en un campo de batalla:

por Germánico Vaca

Un llamado a la soberanía, la prudencia y la supervivencia nacional

Ecuador se encuentra en una encrucijada peligrosa.

En un momento de inestabilidad global—marcado por tensiones crecientes entre grandes potencias, conflictos indirectos y una escalada geopolítica constante—toda decisión relacionada con el territorio nacional, la cooperación militar y la presencia de fuerzas extranjeras conlleva consecuencias que pueden ir mucho más allá de sus justificaciones oficiales.

Por esta razón, la decisión del presidente Daniel Noboa de permitir el uso de la base militar de Manta por parte de fuerzas armadas de los Estados Unidos, bajo el argumento de “ejercicios temporales”, exige un escrutinio nacional urgente.

No se trata de una cuestión ideológica.
Se trata de soberanía, seguridad y supervivencia.

Por qué Manta genera señales de alerta graves

Estados Unidos ya mantiene una amplia infraestructura militar en Colombia, incluyendo múltiples bases operativas con acceso directo al Caribe, la Amazonía y el norte de América del Sur. Desde una perspectiva estrictamente militar, no existe una necesidad estratégica de utilizar territorio ecuatoriano para ejercicios rutinarios.

Esa realidad plantea una pregunta inevitable:

Si no se trata de entrenamiento, ¿de qué se trata entonces?

El sentido común, la lógica estratégica y los precedentes históricos indican que la ubicación de Manta—en la costa del Pacífico, con acceso rápido al norte de Sudamérica—resulta particularmente valiosa no para ejercicios, sino para operaciones regionales activas, especialmente en el contexto de las crecientes tensiones con Venezuela. En pocas palabras, Manta puede ser utilizada para atacar a Venezuela. 

Ecuador no debe ser arrastrado a una guerra regional

Cualquier acción militar contra Venezuela no sería un asunto bilateral entre Washington y Caracas. Venezuela mantiene vínculos formales y estratégicos con Rusia, China, Irán y otros actores globales. En caso de una escalada, la represalia no se dirigiría directamente contra el territorio continental de los Estados Unidos.

Se dirigiría contra las plataformas más cercanas y vulnerables.

Es decir:

  • Bases operativas avanzadas
  • Centros logísticos regionales
  • Países anfitriones percibidos como colaboradores

Si Ecuador permite que su territorio sea utilizado—de forma explícita o implícita—como plataforma para acciones hostiles contra otra nación sudamericana, Ecuador se convierte en un objetivo militar legítimo bajo la lógica de un conflicto internacional.

Los misiles no caerían sobre Washington.
Caerían sobre Manta, bases militares ecuatorianas y territorio ecuatoriano. ¿Es eso lo que quieren los ecuatorianos? 

Esto no es alarmismo.
Así funcionan los conflictos indirectos.

El mandato democrático ya se ha expresado

El pueblo ecuatoriano ya se pronunció sobre este tema.

En la reciente consulta popular, los ecuatorianos votaron NO a permitir bases militares extranjeras en suelo nacional. Ese voto no fue ambiguo ni condicionado. Fue una expresión clara de la voluntad popular, fundada en la memoria histórica y la dignidad nacional.

Eludir ese mandato—redefiniendo una base como “uso temporal” o “ejercicios”—no solo viola el espíritu del referéndum, sino que socava la legitimidad democrática en un momento en que la confianza institucional ya es frágil.

El contexto histórico importa

América Latina no aborda la presencia militar extranjera con ingenuidad. Nuestra región ha pagado un precio muy alto por acuerdos “temporales” impuestos bajo presión.

Ecuador conoce bien esta historia.

  • El Protocolo de Río de Janeiro (1942) derivó en la pérdida de vastos territorios ecuatorianos bajo el pretexto de garantías internacionales.
  • Poco después, concesiones petroleras a lo largo de zonas fronterizas disputadas fueron otorgadas a corporaciones extranjeras vinculadas a países garantes.
  • Patrones similares ocurrieron en otros países de la región, incluida Venezuela, donde la explotación de recursos se estructuró mediante acuerdos coercitivos favorables a intereses externos.

Ignorar esta historia no es realismo; es negligencia.

La soberanía económica también está en riesgo

La reciente resolución internacional que limita la capacidad del Ecuador para extraer petróleo en zonas donde habitan pueblos en aislamiento—mientras empresas extranjeras continúan explotando recursos cerca y a través de las fronteras utilizando tecnologías avanzadas—plantea serias dudas sobre equidad, coherencia e interés nacional.

La protección ambiental y los derechos indígenas son esenciales.
Pero la aplicación selectiva que debilita al Ecuador mientras permite la extracción externa no es justicia: es asimetría.

El Estado ecuatoriano tiene el derecho y la obligación de:

  • Apelar fallos que comprometan su supervivencia económica
  • Exigir rigor factual y claridad territorial
  • Defender su capacidad de financiar educación, salud y seguridad

Una nación despojada de sus recursos es una nación despojada de su futuro. Clamar que tribus que mayormente son tribus peruanas, pues mantienen territorios mas grandes en el Perú sean subitamente las razones por las cuales Ecuador no puede usar su petroleo es absurdo. 

La neutralidad es fortaleza, no debilidad

Ecuador no necesita enemigos.
Ecuador no necesita elegir bandos en disputas de poder global.
La fortaleza del Ecuador reside en la neutralidad, la diplomacia y la soberanía.

Permitir que fuerzas militares extranjeras utilicen territorio ecuatoriano de formas que puedan detonar un conflicto regional viola las tres.

El presidente Noboa tiene la oportunidad—y la responsabilidad—de:

  1. Reafirmar públicamente que el territorio ecuatoriano no será utilizado para operaciones ofensivas contra ninguna nación
  2. Respetar el resultado de la consulta popular
  3. Reafirmar la prohibición constitucional de bases militares extranjeras
  4. Apelar fallos internacionales que lesionan los intereses económicos del Ecuador
  5. Proteger al país de convertirse en daño colateral de una guerra que no es nuestra

Conclusión: esta es una línea que no debe cruzarse

Ecuador es una nación pacífica.
Pero la paz exige previsión.

La historia demuestra que los países pequeños son los que más sufren cuando permiten convertirse en plataformas de conflictos entre grandes potencias. Cuando los misiles vuelan, las disculpas llegan demasiado tarde.

Esto no es antiestadounidense.
Esto no es pro ninguna potencia extranjera.
Esto es pro Ecuador.

Ecuador no debe convertirse en un campo de batalla.
Ecuador no debe convertirse en un objetivo.
Ecuador no debe renunciar a su soberanía bajo promesas vagas y supuestos peligrosos.

El costo no lo pagarían los políticos.
Lo pagaría el pueblo ecuatoriano.

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