Ecuador lo
entrega todo y no recibe nada: por qué el acuerdo “recíproco” con Estados
Unidos es un fracaso estratégico
Por Germánico Vaca
El llamado “Marco para un Acuerdo de Comercio
Recíproco” entre Ecuador y Estados Unidos está siendo presentado como una gran
oportunidad histórica, una inversión estratégica y un beneficio para el
desarrollo del país. Sin embargo, una lectura detallada del texto revela una
realidad alarmante: Ecuador se compromete a abrir su mercado, desmontar sus
protecciones y alinear sus políticas nacionales con los intereses de Estados
Unidos, sin recibir beneficios concretos ni garantizados a cambio.
Este no es un tratado de libre comercio. No es un
acuerdo de inversión. No es un pacto de desarrollo. Es un acuerdo unilateral
de apertura de mercado que favorece de manera abrumadora a Estados Unidos.
Un acuerdo sin
reciprocidad real
Ecuador se compromete a reducir o eliminar
aranceles en sectores clave como maquinaria, químicos, productos farmacéuticos,
vehículos, bienes tecnológicos y productos agrícolas. Son precisamente los
sectores donde los productores ecuatorianos enfrentan mayor desventaja frente a
industrias estadounidenses altamente subsidiadas.
A cambio, Estados Unidos solo se compromete a
eliminar aranceles sobre ciertos productos ecuatorianos que no puedan
producirse en Estados Unidos en cantidades suficientes. En la práctica,
esto significa casi nada. Si Estados Unidos no produce un bien, ese bien no
representa amenaza ni competencia estratégica.
Esto no es reciprocidad. Es una concesión
simbólica sin costo para Estados Unidos y con alto costo para Ecuador.
Apertura de
mercado sin desarrollo
Ecuador también se compromete a eliminar barreras
no arancelarias, reformar regulaciones agrícolas, flexibilizar controles de
importación, acelerar aduanas, adaptar su régimen de propiedad intelectual a
exigencias estadounidenses y limitar su capacidad de regular servicios
digitales.
Lo que Ecuador no recibe:
- Acceso
garantizado al mercado estadounidense
- Compromisos de
inversión
- Transferencia
tecnológica
- Protección a
sectores estratégicos
- Apoyo a la
industrialización
- Garantías para pequeños y medianos
productores
Este acuerdo convierte a Ecuador en un mercado
más eficiente para productos estadounidenses, no en una economía más
fuerte.
¿Quién se
beneficia?
La estructura del acuerdo genera dudas legítimas
sobre a quién representa. Algunos sectores exportadores ya integrados al
mercado estadounidense —como grandes exportadores de banano— podrían
beneficiarse marginalmente.
Pero el país como conjunto no obtiene
beneficios estructurales.
Esto plantea una pregunta fundamental: ¿este
acuerdo fue negociado en beneficio del Ecuador o para favorecer intereses
corporativos específicos con influencia política? Esa pregunta debe
debatirse públicamente.
Un error
estratégico en un mundo cambiante
El momento del acuerdo es especialmente
preocupante. El sistema económico global está migrando hacia estructuras
multipolares. Los países BRICS están ampliando mecanismos comerciales,
financieros y de desarrollo basados en soberanía y beneficio mutuo.
Al amarrarse a un esquema centrado en Estados
Unidos que no ofrece desarrollo real, Ecuador limita sus opciones futuras justo
cuando más necesita diversificación.
Ecuador merece
algo mejor
Este acuerdo no responde al interés nacional.
Ofrece promesas vagas, obligaciones firmes y dependencia estructural.
Un país soberano no entrega su política
económica, su mercado interno y su flexibilidad estratégica a cambio de la
posibilidad remota de vender productos bajo cuotas controladas por otro
país.
Ecuador merece acuerdos que construyan su futuro,
no que lo vendan.

No hay comentarios:
Publicar un comentario