Tomado de mi libro "Salvación en las Siete Cuevas" por GP Vaca.
......Quizás has oído una leyenda de los Shyris, sin duda que ilustra esa
verdad.” Dijo Gadrel y sin más preámbulos la empezó a contar:
“Cuéntese que hace mucho tiempo, los tres hombres más sabios de las tribus
Shyris decidieron juntar sus fuerzas, para ir a apoderarse del libro sagrado.
Un libro que contenía todos los misterios de la tierra, porque este había sido
escrito por nada menos que el mismo shaman de Dios. Su nombre era Imantag.
Dios había asignado a sus hijos para que diseñen los animales, la
vegetación y hasta los humanos, que debían existir en la tierra. Pues Dios
quería tener un lugar donde pueda descansar. Los dioses hijos tenían muchos shamans
trabajando para ellos. Así Imantag el mejor shaman de Dios, había diseñado
todos los animales que mantendrían limpia la tierra. Por eso aún hoy estos animales
le sirven y son la rata, la hormiga, el murciélago, el búho o lechuza, la
serpiente, la cucaracha, los cocodrilos.
Tan grande se había vuelto la obsesión de Imantag de hacer de la tierra el
lugar más perfecto en todo el Universo, que había puesto conjuros y hechizos en
las plantas, para que estas puedan absorber toda impureza, la purifiquen y
mantengan el aire puro, muchas sirvan de medicinas para curar los males que
otros shamans habían puesto sobre la tierra. Imantag era experto en todos los
elementos, era el quien sabía que él fundamento de la vida en el Universo que
estaba dentro del núcleo de cada átomo, pues es allí donde hay vida misma y conexión
a Dios, es la luz pura de la existencia. El elemento que lo cubre es el elemento
básico de creación y por ello era posible convertir hasta el cobre y la plata
en oro.
El mismo Imantag había diseñado otros animales como el mono y el jaguar, el
sapo y el elefante, aunque parecían tan diferentes el uno del otro, ellos tenían
40% de materia idéntica uno del otro. El mismo sapo tenía 40% de humano. Pero
la obsesión de Imantag había sido tan grande, que finalmente él mismo había
venido a la tierra, para asegurarse que todo sea perfecto. Esto es en contra de
la ley Universal que prohibía que un inmortal viva entre mortales. Así Dios le
castigó a su Shaman y le condenó a vivir en la tierra aislado de todo mundo,
por ello le nombró a Imantag como el mensajero de la muerte. Imantag se convirtió
así en la muerte misma. El momento que Imantag tenga contacto con un humano,
este le causaría la muerte instantánea. Así cada vez que alguien debía morir,
Imantag se asomaba ante él o ella y tomaba su alma a la presencia de Dios. Imantag
de esta forma nunca podría tener contacto con nadie, castigado a vivir en plena
soledad para toda una eternidad infinita. Incapaz de poder revelar ninguno de
los misterios del cielo y de cómo fue creada la tierra. Excepto en la pequeña
isla que él vivía, era el único lugar en la tierra que Imantag podría hablar
con alguien. Pero nadie podía llegar a ella.
Así Imantag estaba lleno de rabia y quiso burlar a Dios, para ello escribió
el libro que contiene todos los misterios de la tierra. Pero nadie lo puede
descifrar porque está escrito en el lenguaje de los inmortales y aunque muchos
lo han visto nadie lo ha podido leer, ni nadie lo puede destruir. Sin embargo,
los sabios Shyris creyeron que ellos serían los que puedan romper el código.
Sus nombres eran Ati, Cali, y Rumi. Los tres atravesaron con gran destreza la
selva inhóspita donde Imantag vivía en una isla del Amazonas, que en tiempos
antiguos lo llamaban el océano navegable Urcutuma.
En un lugar donde dos grandes ríos se juntan al Amazonas estaba la isla de
Imantag. Nunca nadie había llegado a la isla que es protegida por las
corrientes más fuertes que se puede encontrar en todo el río. Además es
protegida por las tribus salvajes que viven en las riveras del Amazonas. También
es casi imposible ver la isla, pues siempre está nublado y lluvioso sobre la
isla, que es muy raro vislumbrarla. Pero los sabios sabían toda clase de
hechizos y magia. Ati había conjurado al cóndor más grande sobre la tierra,
para que este le lleve en sus garras a la isla y así había logrado llegar a la
costa, donde el cóndor le había depositado para luego alejarse rápidamente.
Cali había hechizado a un delfín blanco del Amazonas para que lo lleve
hasta la isla. Rumi sin embargo no había usado magia ni sortilegios. Este había
tomado una enorme liana y atando una flecha a ella, después de disparar su
flecha hacia la isla y sabiendo que su flecha se había atado a algo pues podía
sentir la tensión, Rumi había tomado muchas lianas y muchos días para construir
un puente colgante por donde había cruzado hasta la isla. Imantag se les había
asomado a los sabios Shyris y les había felicitado que hayan logrado llegar a
su isla, el único lugar donde alguien podía verlo. Pero la isla era tenebrosa y
espantosa porque estaba llena de cucarachas, serpientes de todas las clases
donde las boas y anacondas eran gigantes, hormigas asesinas y enormes, ratas y
caimanes gigantes que parecía como si la isla estuviese moviéndose entre las
aguas. Imantag les había dicho a los sabios que el libro estaba en el centro de
la isla y que era imposible descifrarlo, pues esta era su garantía para seguir
vivo, porque cuando alguien logre descifrarlo el mismo ángel de la muerte
desaparecería, pues en el libro revelaba como matar al ángel de la muerte. Todos
los misterios del cielo y de la tierra estaban contenidos en el libro, pero el
precio a quien lo lea sería convertirse en inmortal pero solamente como el
nuevo ángel de la muerte. Por ello les había ofrecido darles tres regalos como
premio a su persistencia.”
“El primer sabio le había pedido
como regalo una vasija del elixir de la vida, que pueda prolongar su vida al
punto de hacerle inmortal’. Imantag había desaparecido por unos instantes y al
asomar nuevamente le había entregado una vasija mágica con el elixir de la
inmortalidad. Ati había estado feliz con su regalo y se había marchado.”
“ El segundo sabio al ver lo que Imantag le había concedido al sabio Ati,
le había dicho que él quiere ‘Un brazalete que tenga la magia de convertir en
oro todo lo que pueda tocar.’ Nuevamente Imantag había desaparecido unos
instantes y al regresar le había entregado el brazalete mágico con el poder de
convertir en oro todo lo que pueda tocar. Cali se había puesto feliz de tener
lo que había pedido y así se había marchado.”
“ Imantag estaba solo frente al tercer sabio y le había dicho que estaba
dispuesto a darle todo lo que él pueda desear. Porque ahora que no había
testigos, nadie podría saber lo que Rumi había obtenido de Imantag. El sabio
Rumi había pensado por largos minutos, hasta que finalmente le había dado su
decisión. ‘Lo único que quiero,’ le había dicho Rumi ‘es lo que he aprendido
hoy, solo puedo pedir que me dejes cruzar de regreso y me dejes vivir hasta
viejo.’ Y feliz se había marchado el sabio Rumi. Imantag le había concedido su
deseo y lo había dejado vivir. El sabio había entendido que siendo Imantag el ángel
de la muerte, solamente tenía que volverse a asomar el momento que estén fuera
de esta isla para que les llegue la muerte. Al mismo tiempo al visitar la isla
solamente había confirmado su existencia, pero con ello había entendido que
Dios existe, solamente así podía existir esta isla de sus viejas leyendas y el
mismo Imantag. Rumi había razonado entonces que no existía mejor misterio que
aprender que saber absolutamente de la existencia de Dios. Así el sabio había
regresado y se había convertido en él más sabio de los hombres Shyris. Sus enseñanzas
habían sido tan grandes que todos los Andes habían aprendido su lengua Quichua y
por muchos años habían reinado las tribus en armonía y paz. Mientras que el
primer sabio nunca había logrado ni siquiera llegar a la rivera del Amazonas.
Porque fue quien había conjurado el cóndor para llegar a la isla, pero no sabía
cómo salir de la isla, así había intentado nadar y había sido devorado por
pirañas, antes que pueda tomar el elixir de la vida. El segundo sabio
nuevamente había conjurado un delfín para que lo lleve al otro lado del río,
pero cuando su brazalete había tocado al delfín, este se había vuelto de oro y
se había hundido en el río Amazonas, hundiéndose con el brazalete, el sabio y
el delfín. Como vez Nicolás, queda en cada humano tomar la decisión. Sabiduría
es reconocer cuando es el momento apropiado de aprender, que muchas veces la
verdadera sabiduría está ante nosotros, y la verdadera riqueza está siempre en
nuestro corazón.”
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