Toda revolución es un fracaso si no logra sus
objetivos. Por ende, debemos declarar como un total fracaso la mentada “revolución
ciudadana” propuesta por Rafael Correa.
Steffan Dieterich fue quien propuso el
aclamado socialismo siglo XXI. Su obra
supuestamente tomó trece años en escribir 75 páginas confusas de lo que clamaba
era un nuevo sistema. Casi todas sus predicciones han estado nefastamente
erradas. Los resultados son espantosos y aunque el nombre ha sido utilizado,
dista casi en su totalidad a lo que promulgaba Dieterich.
Lejos de lograr un cambio estructural de la economía
El Socialismo XXI ha causado más bien la destrucción económica y social de Venezuela,
Argentina y Ecuador. Nadie con el más mínimo sentido común puede justificar o
defender el catastrófico resultado que ha producido sistemas inviables de
gobierno en todas las naciones donde se ha pretendido implementar el supuesto
socialismo XXI.
Las crecientes protestas populares en Venezuela
y Ecuador es el resultado de los pueblos cansados de la represión, de la enorme
corrupción, peculado, prevaricato, coimas y tiranía que son el resultado de
este experimento seudo-comunista.
El socialismo XXI proclamaba que la única opción
viable para la superación del subdesarrollo en Latinoamérica era: “El proyecto
bolivariano cuya esencia radica en un bloque regional de poder (Patria Grande)
sólo es posible con la estrategia de desarrollo proteccionista que no se puede
aplicar sólo a nivel nacional. El espacio mínimo para su exitosa implementación
es un mercado y un Estado regional que pueda defender ante Estados Unidos y la
Unión Europea.”
No se puede calificar más que de un total
fracaso toda la propuesta del socialismo XXI y mientras más rápido podamos
cambiar el plan, las naciones se confrontaran a una seria crisis económica.
Pues el sistema mismo del mentado socialismo XXI estaba supuesto a funcionar
como “un bloque proteccionista latinoamericano que permitirá el desarrollo de
sus industrias, el rescate del campo, la conservación de sus recursos
naturales, el fomento de las ciencias y tecnologías de punta y la defensa de
una identidad propia.” Nada de esto ha sucedido, todo lo contrario.
Tanto en Venezuela como en Ecuador la falta
de competitividad y acción por parte de sus gobiernos ha impedido el desarrollo
de sus “industrias, de su agricultura, de su comercio”. En Ecuador lo que queda
en evidencia es que Rafael Correa pasó a ser un títere de la oligarquía mundial
y construyó toda la infraestructura necesaria para poder explotar el país. Mientras
en Estados Unidos y Europa el costo por una milla de carretera está alrededor
de dos millones de dólares, en Ecuador han pagado cerca de $20 millones por kilómetro
(Cada milla tiene $1.8 KM) haciéndoles de las carreteras más caras del mundo. Igualmente,
los costos de repotenciación de las refinerías son tan astronómicos que cabe la
duda de incompetencia, corrupción, peculado y coimas secuestraron a quienes
claman ser socialistas y ahora viven cual rico capitalista. Los costos de las
plantas eléctricas siempre terminaron costando el doble del ya alzado precio
inicial. Las perdidas y costos de cada proyecto en Ecuador han llegado a cifras
que dejan el legado de una enorme deuda, que sin duda causarán graves estragos
en la sociedad.
El cambio regional que pedía el socialismo
XXI se convirtió en un cartel de corruptos que se cubrieron la espalda y ahora
los casos de Cristina Fernández, los escándalos de Odebrecht y un sin número de
actos de corrupción parecen que es la herencia de un programa de corrupción
nacional en su forma, pero regional en sus contenidos de corrupción.
El socialismo XXI no solamente fue incapaz de
responder a los legítimos intereses de los ciudadanos de cada nación donde se
hizo el intento de implementar esta aberrante teoría comunista. Lejos de
responder las grandes necesidades de empleo y trabajo del pueblo ecuatoriano,
en su mayoría la revolución ciudadana adoptó la partidocracia, para crear una
enorme burocracia donde el nepotismo, los sobornos, chantajes y corrupción ha
sido la norma.
Igualmente, las necesidades de todos los
agricultores en el Ecuador no tuvieron respuesta pues fueron relegados a ser el
menos importante contribuyente de impuestos y por tanto no tuvo el apoyo del
gobierno de Correa.
La educación en el Ecuador igualmente parece
haber sido secuestrada por la CIA, utilizando su brazo derecho de la USAID,
para infiltrar la sociedad ecuatoriana con sus escuelas del milenio donde ahora
los niños en las aldeas más lejanas, reciben los programas de educación
cortesía de la CIA. Mientras la gente se mantiene ignorante que la
implementación de antenas de WI-FI tiene el potencial de causar serios daños a
la fertilidad y hasta puede causar cáncer a los niños.
La mentada “revolución ciudadana” nunca ha
podido ofrecer una solución estructural a los problemas de la sociedad, en gran
medida porque nunca elevó la competitividad de la economía nacional y al
imponer enormes impuestos que tácitamente roban todo lo que el ciudadano gana,
hacen una sociedad lista a una verdadera revolución, porque el pueblo se siente
asfixiarse inundados en el creciente diluvio de medidas absurdas de su gobierno.
Es imposible que una nación pueda
impulsar ninguna industria con impuestos como estos: 45% de salvaguardias + 35%
de aranceles + 32% impuestos a la renta + 14% IVA + 5% fuga de capitales + 75%
plusvalía + cargas por matriculas, pensiones, seguros etc. La competitividad de
una nación se reduce a cero y las posibilidades de ganancia, superación y
comercio en esas condiciones son imposibles. El socialismo se ha vuelto el
enemigo del pueblo. Pero las masas ignorantes no ven que ya nadie puede generar
empleo, ya no puede existir comercio y por ende el país está destino a un total
colapso como sucedió en Venezuela.
En esas circunstancias se vuelve imposible
perseguir lo que el socialismo XXI llamaba la superación en función de las
tecnologías de punta. Porque indudablemente con medidas imposibles de superarse
el estado mismo es incapaz de seguir manteniendo el absurdo sistema a flote. Es
imposible que una nación siga adquiriendo deudas cuando ya ha hipotecado sus
recursos para obtener la deuda que lo mantenga unos meses más sobreviviendo la
inundación creada por su propio obsoleto sistema.
En una de las más estúpidas declaraciones de
Steffan Dieterich clamaba que la meta era “Superar el desempleo
estructuralmente significa, por lo tanto, desarrollar las tecnologías de punta,
lo que sólo se puede hacer —por el sabotaje de las empresas transnacionales y
de los Estados del grupo G-7— a través del bloque regional latinoamericano: de
la Patria Grande.” Lo que eso significa es más allá de ridículo, pues se está
diciendo proponiendo el uso de computadores (tecnología protegida y dependiente
de software) por las naciones a las cuales se pide hacer sabotaje. Por otro lado,
si se utiliza robots en la producción eso crea enorme desempleo, no lo
contrario.
El socialismo XXI culpabiliza a la
globalización y el neoliberalismo por la acumulación del capital y la
destrucción del pequeño campesinado latinoamericano. Pero sin lugar a dudas que
los gobiernos de Fernández en Argentina, Maduro en Venezuela y Correa en
Ecuador nunca hicieron un intento de reforma agraria, de impulsar la economía de
los campesinos y lo que hicieron es acumular enormes riquezas con enormes salarios
y una corrupción sincronizada desde el poder.
Hoy no se puede evitar un serio análisis del desastroso
socialismo XXI y sus resultados son todo lo opuesto de lo que se promulgaba.
Los indígenas no han mejorado su condición de vida en una década de socialismo
XXI en Ecuador; Se han aniquilado haciendas y toda una clase social de millones
de ciudadanos latinoamericanos a quienes se les quitó, allanó, expropio
propiedades, empresas, y tierras. Bajo el correismo en Ecuador ha habido una
devastación de millones de artesanos, obreros y comerciantes que está siendo
reducido a una mínima expresión porque la falta de competitividad y los enormes
impuestos del país hace imposible que puedan ganar dinero en las condiciones
actuales.
En Ecuador hoy tenemos que hablar de las
víctimas del socialismo. No solamente los migrantes que regresaron a su patria
a perder todos los ahorros de años de trabajo porque fueron burlados por las
falsas promesas del socialismo XXI. El campesinado que sigue esperando que las
tan prometidas reformas se hagan realidad; La clase trabajadora que sabe que
sus impuestos solo pagan para la siempre más corrupta clase burocrática; El
ejercito de desempleados que pierden cada vez las esperanzas de un verdadero cambio.
Los afroamericanos, los indígenas, las amas de casa, los intelectuales y todos
quienes se han atrevido a creer en la democracia y en un estado de derecho y se
han encontrado perseguidos, acusados, criminalizados por el tiránico Rafael
Correa y su gobierno.
Tras
diez años de socialismo XXI millones de ecuatorianos están conscientes que no
pueden seguir siendo cómplices de este absurdo proyecto socialista que dista
mucho de crear la más mínima esperanza de un cambio de justicia social, económica
o ideológica.
Si bien se debe admitir que las condiciones
políticas latinoamericanas y el tumulto nacional crearon el ambiente para
intentar encontrar soluciones en este fracasado socialismo, no se puede tampoco
ser ingenuo como para no darse cuenta que la elite mundial a través de sus
organismos de control como el FMI, BM, UN, USAID, CIA no han estado ganando más
control de este fallido experimento y poco a poco han ido convirtiéndolo en el amargo
limón y vinagre que ahora se puede saborear.
Las soluciones no serán fáciles para
Venezuela, Ecuador y cualquier otro país que intentó este aclamado socialismo. Pero no se puede seguir ignorando los millones
de personas que están protestando en contra de estos gobiernos. No se puede ignorar
el fraude electoral que se está viviendo en Ecuador. Pero por sobre no se puede
ignorar que este aclamado socialismo XXI ya ha traicionado el más importante
principio de su creación: “Justicia social para todos”. Jamás puede existir el socialismo XXI si es
solamente para los miembros de su partido, eso es partidocracia y nepotismo.
Jamás puede existir socialismo XXI si la Patria Grande, el proyecto bolivariano
nacional y regional, lejos de ser la esperanza de sus ciudadanos se ha
convertido en gobiernos tiranos que ni siquiera semejan a la verdadera democracia
republicana participativa. Una cosa es absoluta por ahora. El socialismo XXI no
es el reino a la libertad, es ahora el feudo de tiranos socialistas que el
pueblo no puede esperar a destruir.
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