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sábado, 19 de julio de 2025

Aranceles, Trump y el colapso de la lógica económica

 


Aranceles, Trump y el colapso de la lógica económica

Estamos viviendo una crisis de la razón. En los medios de comunicación, en un Congreso cobarde, y en una Corte Suprema dominada por la derecha, la verdad y el pensamiento crítico han desaparecido casi por completo. El público continúa siguiendo las delirantes ideas económicas de un estafador profundamente ignorante, cuyas decisiones impactan la economía mundial sin control y sin el más mínimo análisis.

Uno de los argumentos más destructivos de Donald Trump es que los países con los que Estados Unidos tiene un déficit comercial están "aprovechándose" de la nación. Esta mentira es la base de su obsesión con los aranceles. Pero analicemos esto con un ejemplo sencillo:

Imagina que un agricultor te vende toda su leche a 30 centavos el galón. Tú la procesas, la reempacas y la vendes a 3 dólares el litro. Si ese agricultor no te compra nada a cambio, ¿quién se está beneficiando realmente en esta transacción? Evidentemente, te estás aprovechando del agricultor.

Esto es exactamente lo que ocurre en el comercio global cuando países ricos en recursos como Chile venden cobre, litio o plata por centavos, a menudo recibiendo apenas el 7% en regalías, mientras que las multinacionales—muchas con sede en Estados Unidos o Europa—transforman esas materias primas en productos con enormes márgenes de ganancia. La verdadera explotación económica fluye desde los países en desarrollo hacia los desarrollados, no al revés.

La narrativa de Trump invierte la realidad. Sus aranceles no son un castigo por prácticas comerciales injustas—son simplemente un impuesto a las importaciones. ¿Y quién paga ese impuesto? Las empresas y consumidores estadounidenses. Los precios suben. El costo de vida aumenta. Producir se vuelve más caro. Y cuando otras naciones responden con sus propios aranceles o reducen su capacidad de compra, las exportaciones estadounidenses se ven afectadas. La producción cae. Se pierden empleos.

Así es como comienzan las recesiones globales.

Trump no entiende que tener un déficit comercial no significa que un país esté perdiendo. Estados Unidos se beneficia de productos más baratos, mano de obra especializada en el extranjero y cadenas de suministro globales que aumentan la productividad y la innovación. Imponer aranceles basándose en déficits comerciales es como incendiar tu casa porque llegó alta la factura del gas.

Pero en la América actual, la estupidez reina. La administración Trump—y quienes aún creen en su disparate económico—parecen decididos a arrastrar a Estados Unidos y al mundo a una profunda crisis económica basada no en hechos, sino en el miedo, el ego y la ignorancia absoluta.

Necesitamos una conversación nacional basada en alfabetización económica, conciencia histórica y respeto mutuo hacia nuestros socios globales. Hasta que eso ocurra, el peligro de permitir que las mentiras guíen la política seguirá creciendo… hasta que sea demasiado tarde.

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