La Gran Farsa Fiscal y Económica de Estados Unidos
Todo está desordenado y nada tiene sentido. La administración Trump afirma que, gracias a su manejo de la economía, el PIB crece un sólido 4,3 %. Sin embargo, ese número es solo una proyección y no puede reflejar la realidad. Te explicaré por qué.
Cualquier medida que realmente impulse la economía —como la construcción masiva de infraestructura, fábricas, instalaciones manufactureras, inversión nacional o extranjera, superávit comercial o incremento de exportaciones— no está ocurriendo. Por el contrario: se han perdido más de 1,1 millones de empleos, los aranceles supuestamente protectores han aumentado precios para los consumidores estadounidenses y reducido las importaciones, y la inflación está mucho más alta de lo que se reconoce.
Para alcanzar las cifras que presume Trump, su administración suma costos extraordinarios como ayudas millonarias a agricultores, gastos por detener y deportar inmigrantes ilegales, despliegue militar masivo y los enormes costos legales por perseguir a sus adversarios políticos. Eso no es crecimiento económico. Incluso tras un alivio parcial de los aranceles y una leve recuperación del mercado, la economía estadounidense sigue mostrando signos de fragilidad, y la deuda es un riesgo persistente que no se soluciona con propaganda.
La deuda y el déficit son insostenibles
Estados Unidos ya paga más de 1,1 trillones de dólares al año solo en intereses de la deuda, una cifra que no es sostenible. La agencia Moody’s rebajó la calificación crediticia del país, señalando déficits federales crecientes de 314.000 millones de dólares al mes y un refinanciamiento masivo de la deuda a tasas más altas, lo que representa un riesgo real para el crecimiento. Trump insiste en presionar a Jerome Powell para reducir tasas de interés, pero eso es imposible, porque nadie quiere comprar títulos de deuda estadounidenses altamente riesgosos y tóxicos.
Problemas en la industria y manufactura
La llamada “recuperación manufacturera” que Trump anuncia es falsa. Las empresas industriales y manufactureras muestran deterioro en ganancias y pronósticos negativos. La alta valoración del S&P 500 y las proyecciones de beneficios son cada vez más cuestionables.
Los aranceles impuestos a países como China o Canadá no generan ingresos extranjeros; solo son impuestos internos sobre las importaciones que terminan pagando los consumidores estadounidenses. Peor aún, los países afectados aplican aranceles de represalia, afectando seriamente las exportaciones de productos estadounidenses.
Todos estos factores, combinados con un gasto masivo y déficits persistentes, apuntan hacia una posible recesión. Publicar cifras falsas de crecimiento o superávit no cambia la realidad económica, aunque Trump parezca creer lo contrario.
La Gran Farsa Fiscal
Según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), el déficit federal proyectado para 2025 es de 1,9 billones de dólares, ajustándose a 2,0 billones tras contabilizar cambios de calendario de pagos, y se proyecta que alcance 2,8 billones en 2034. Bajo estas proyecciones, el déficit equivaldría al 7 % del PIB en 2025, caería al 5,5 % en 2027 y volvería a subir al 6,9 % en 2034, casi el doble del promedio histórico de los últimos 50 años (3,7 %).
Pero estas cifras son engañosas. El problema no es solo el sesgo optimista o la propaganda política: el marco contable es estructuralmente deshonesto. Los datos de la CBO solo consideran la contabilidad federal, ignorando gran parte de la verdadera deuda nacional.
Lo que se excluye del “déficit real”
Se nos dice que la deuda de EE. UU. es de 38 trillones de dólares, alrededor del 134 % del PIB, y que es manejable. Eso es falso.
La verdadera deuda nacional incluye:
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Deuda de estados, condados y municipios
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Deuda estudiantil
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Hipotecas y deuda de los hogares
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Deuda corporativa
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Obligaciones de Medicare y Medicaid
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Pasivos del Seguro Social
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Pensiones federales
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Beneficios militares y para veteranos
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Otras obligaciones no financiadas o subfinanciadas
Si se contabilizan estos compromisos —incluso de manera conservadora— la carga real de la deuda de EE. UU. es varias veces mayor que la reportada oficialmente. La suma de hecho da la cifra astronómica de $666 trillones. Sin embargo, se espera que el público y los responsables de políticas acepten cifras federales parciales como si fueran indicadores reales. Esto no es solo incorrecto, es absurdo.
La espiral de servicio de la deuda
El déficit mensual es de más de 300.000 millones de dólares, y los intereses superan 105,000 millones mensuales, lo cual es 1,1 trillones al año, con costos que crecen a medida que la deuda se refinancia a tasas más altas. La participación extranjera en la deuda estadounidense disminuye, reduciendo la demanda externa, aumentando los costos y limitando la flexibilidad fiscal.
Gastos, ingresos e ilusión de control
La CBO proyecta gastos federales de 7,8 trillones en 2025 (28,9 % del PIB), acercándose al 30 % del PIB en 2034, principalmente por programas de envejecimiento y aumento de intereses. Los ingresos serían de 5,3 trillones (17,2 % del PIB).
Pero estas proyecciones omiten aspectos clave:
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Crecimiento acelerado de beneficiarios del Seguro Social
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Expansión de costos de Medicare y Medicaid
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Pasivos no financiados
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Deterioro demográfico
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Estancamiento de productividad
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Efectos acumulativos de recortes fiscales a los más ricos
Con costos de interés superiores a 1 billón al año y déficits primarios en aumento, cualquier afirmación sobre sostenibilidad fiscal se derrumba bajo un análisis riguroso.
Ajustes legislativos que empeoran la situación
La CBO reconoce que los déficits actuales son 400.000 millones mayores en 2025 que en estimaciones anteriores, y 3,1 trillones más altos en el periodo 2026-2034, principalmente por asignaciones de emergencia para Ucrania, Israel y la región del Indo-Pacífico, que por ley se consideran permanentes.
Incluso con estas revisiones, se ignora el crecimiento real de las obligaciones sociales y pasivos no financiados. Cuando se combinan recortes fiscales masivos, gasto permanente de emergencia y costos de intereses explosivos, las proyecciones son falsas, no pronósticos.
Conclusión
Estados Unidos no enfrenta un escenario fiscal “difícil pero manejable”. En realidad, hay una crisis sistémica de deuda encubierta por contabilidad selectiva. Al excluir la mayoría de sus obligaciones reales, el gobierno crea números ficticios que permiten posponer reformas, expandir gastos y mantener la ilusión de control.
No se trata de un error de cálculo: es una falla de honestidad institucional. Ningún país serio evaluaría su situación financiera ignorando la mayor parte de sus pasivos. Que Estados Unidos lo haga no indica fortaleza, sino decadencia institucional.

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