La lucha de poder tras el trono: cómo las élites respaldadas por el Foro Económico Mundial buscan el control del sistema financiero de Estados Unidos
Por Germanico Vaca Nathan Mayer Rothschild declaró célebremente: “Dadme el control del dinero de una nación y no me importará quién haga las leyes”. Hoy, este sentimiento parece estar muy vigente, con el Foro Económico Mundial (FEM) a la cabeza. El FEM, en muchos sentidos, parece una hidra moderna, una reencarnación de las antiguas estructuras de poder que pretende reemplazar. A medida que las figuras asociadas con el FEM, como Elon Musk, Peter Thiel y Vivek Ramaswamy, ganan influencia, existe la sensación de que una nueva entidad oscura está moviendo los hilos silenciosamente. Si bien promueven agendas que parecen benignas, su objetivo puede ser mucho más insidioso: tomar el control del futuro financiero de Estados Unidos. El FEM y sus jóvenes líderes globales: a la vista de todos, pero con intenciones ocultas El FEM, a través de sus ex alumnos y el programa de “Jóvenes líderes globales”, ha posicionado a personas clave en varias industrias y directamente en varios gobiernos del mundo. Todos estos individuos son operativos que avanzan la agenda globalista aunque pretendan haber renunciado. Figuras como Elon Musk, Peter Thiel y Vivek Ramaswamy apoyan públicamente valores como la innovación y la libre empresa, pero también respaldan empresas monopólicas que podrían centralizar el poder económico en un grado sin precedentes. Estas mismas personas incluso han extendido su influencia financiera a Donald Trump, supuestamente respaldándolo con la esperanza de consolidar su poder financiero. Lo que subyace a esta alineación es una ambición compartida de remodelar el sistema monetario de Estados Unidos, con la Reserva Federal potencialmente en la mira. El plan: un nuevo sistema, control financiero total El plan parece claro. Al influir en la política económica estadounidense desde dentro, estas élites podrían debilitar a la Reserva Federal, allanando el camino para un nuevo sistema centralizado donde controlen la oferta monetaria. Thiel, por ejemplo, siempre ha promovido la tecnología de pagos como un medio de libertad. Como fundador de PayPal, una vez sugirió que la plataforma podría convertirse en una alternativa digital a un banco suizo, intocable para los gobiernos. Con su poder colectivo, podrían convertir plataformas como X (antes Twitter) en el centro de transacciones financieras de facto del país, similar al dominio de WeChat en China. Esta visión les permitiría una supervisión casi total de las transacciones financieras, lo que podría dejar a los bancos obsoletos y a las poblaciones vulnerables, como los inmigrantes, a su merced. Las consecuencias sociales: un régimen represivo Un sistema financiero controlado por las élites del WEF probablemente vendría acompañado de un nuevo conjunto de controles sociales represivos. Thiel, Musk y Ramaswamy, como muchos de sus partidarios, defienden valores profundamente conservadores, a menudo críticos con la inmigración y desdeñosos con la igualdad de género. En este escenario futuro, el castigo financiero podría ser una herramienta de represión: los grupos inmigrantes y las comunidades marginadas podrían ver sus activos financieros congelados o desviados con solo tocar un botón. Tensiones internas: un choque de titanes Si bien cada una de estas figuras puede trabajar actualmente en tándem, sus ambiciones son en última instancia irreconciliables. Cada uno se ve a sí mismo como un creador de mundo, pero ninguno parece dispuesto a ceder el poder a otro. Esta dinámica podría ser la razón por la que su visión, por muy cohesiva que parezca, puede implosionar. Peter Thiel: Thiel ha invertido dinero en empresas políticas y tecnológicas que apoyan su ideología libertaria. Incapaz de presentarse a la presidencia, ha defendido a Trump como una figura potencial que podría impulsar su agenda. Sin embargo, Trump es conocido por no estar dispuesto a compartir el poder o el crédito. Thiel es homosexual y descendiente de Nazis. En cantidad de artículos demuestra odio por las mujeres y los immigrantes. Donald Trump: Trump, aunque actualmente se beneficia del respaldo de Thiel, de Musk y de Ramaswamy probablemente no tolere ser el títere de nadie. Si percibe que sus patrocinadores financieros buscan el control más allá de su apoyo inicial, su instinto será cortar lazos, lo que podría crear una grieta política dentro de su propia base de apoyo. Muy tarde para darse cuenta que siempre ha sido la marioneta de gente como Vladimir Putin, de Klaus Schwab y ahora de la mafia de Paypal. Elon Musk: Musk, impulsado por visiones de supremacía tecnológica, se ve a sí mismo como el "pez gordo" en el estanque de Trump, imaginando a sus empresas como los beneficiarios inevitables de esta alineación política. Sin embargo, tanto Trump como Thiel probablemente vean a Musk como prescindible. Si los problemas legales de Musk empeoran, podrían aprovechar la oportunidad para debilitarlo y potencialmente confiscar sus activos. Vivek Ramaswamy: Como joven líder global del WEF, Ramaswamy representa una influencia más arraigada del WEF. Su presencia asegura que las ideologías del WEF permanezcan arraigadas en los debates de políticas estadounidenses, proporcionando una línea directa a la misma organización que estas élites critican públicamente pero emulan en privado. El juego a largo plazo de Klaus Schwab: la agenda utópica Detrás de esta lucha de poder se encuentra la visión de Klaus Schwab de una "Agenda 2030" y un "Proyecto 2025" utópicos, que apuntan abiertamente a establecer un gobierno mundial. Bajo este sistema, las corporaciones, no las naciones, dictarían las políticas públicas, y el control financiero privado reemplazaría la regulación democrática. Estados Unidos, considerado durante mucho tiempo como un bastión de la democracia y la libre empresa, se encontraría gobernado no por funcionarios electos sino por barones tecnológicos que ejercen influencia sobre las finanzas nacionales. El movimiento de MAGA aón no se han dado cuenta que en realidad ellos jamás fueron importantes en el plan, y a estas alturas ni participaran en el gobierno y luego de las elecciones ya quedaron a un lado.
La crisis que se avecina
Estados Unidos se encuentra en una encrucijada. Esta lucha no se limita a controlar la tecnología financiera, sino la esencia misma de la democracia estadounidense. Las acciones de estas poderosas figuras plantean una amenaza al equilibrio de poder dentro de Estados Unidos, y el control financiero podría convertirse en una herramienta de represión ideológica. Si bien el riesgo inmediato puede parecer abstracto, las implicaciones son reales y urgentes.
Para el estadounidense promedio, esta alianza entre gigantes tecnológicos, élites políticas y agentes del Foro Económico Mundial puede parecer una teoría conspirativa más. Sin embargo, la ambición y el alcance de estos actores (y lo que está en juego por lo que luchan) significan que las repercusiones podrían afectar todos los aspectos de la vida diaria, desde el acceso a los bancos hasta la libertad de expresión.
En última instancia, esta búsqueda desenfrenada del poder centralizado probablemente conducirá a un conflicto interno. Las potencias que actualmente están alineadas en sus propósitos se encontrarán incapaces de coexistir, destrozadas por sus propios egos y ambiciones conflictivas. Y cuando eso suceda, puede ser precisamente lo que impida que esta visión de un régimen financiero autoritario tome el control total.
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