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miércoles, 24 de diciembre de 2025

Ecuador: Infraestructura sin Soberanía y el Fracaso del Modelo Extractivo de Control

 


Ecuador: Infraestructura sin Soberanía y el Fracaso del Modelo Extractivo de Control

por Germánico Vaca

1. Ecuador como laboratorio tardío

A diferencia de Venezuela, donde el proceso de colapso fue acelerado por la renta petrolera y una confrontación ideológica abierta, Ecuador representó un caso más sutil y, en apariencia, más técnico. No se trató de una revolución declarada, sino de una reingeniería del Estado bajo el lenguaje del desarrollo, la infraestructura y la soberanía económica.

El diseño aplicado en Ecuador no buscaba un quiebre abrupto, sino una captura progresiva: endeudamiento estructural, megaproyectos, debilitamiento institucional y posterior “corrección” mediante austeridad y privatización. Era un modelo probado en otros contextos, adaptado a un país dolarizado, con instituciones frágiles y una élite política históricamente permeable.


2. La infraestructura como instrumento de subordinación

El eje central del modelo fue la aplicación de un falso socialismo como catalizador de cambio, construcción masiva de infraestructura financiada con deuda externa onerosa. Represas, carreteras, proyectos energéticos y obras públicas fueron presentados como símbolos de soberanía y modernización. Sin embargo, el patrón se repitió con notable consistencia:

  • Costos inflados muy por encima de estándares internacionales
  • Contratistas seleccionados sin competencia real
  • Financiamiento condicionado y poco transparente
  • Supervisión técnica débil o inexistente
  • Dependencia de insumos, tecnología y mantenimiento externos

La infraestructura no fue concebida como plataforma productiva, sino como vehículo financiero. El objetivo implícito no era maximizar eficiencia ni retorno social, sino anclar al Estado ecuatoriano a obligaciones de largo plazo, reduciendo su margen de maniobra fiscal y política.


3. El supuesto crítico del modelo: activos rescatables

El diseño original partía de un supuesto fundamental:
que, llegado el momento del ajuste, existirían activos funcionales susceptibles de ser adquiridos, concesionados o privatizados a precios deprimidos.

Ese supuesto resultó falso.

La corrupción no fue marginal ni accidental; fue sistémica. En muchos casos, los recursos fueron desviados antes de que los proyectos alcanzaran operatividad plena. El resultado fue una paradoja devastadora:

  • Deuda real y exigible
  • Infraestructura incompleta, defectuosa o inoperante
  • Altos costos de mantenimiento
  • Bajo o nulo flujo de ingresos

En términos económicos, Ecuador acumuló pasivos sin activos equivalentes. En términos estratégicos, el modelo se autodestruyó: no se puede capturar valor donde el valor nunca se materializó.


4. El giro político y la fase de “corrección”

Como estaba previsto, el ciclo político giró. El discurso de expansión dio paso al discurso de responsabilidad fiscal, ajuste y apertura. Sin embargo, el contexto ya no era el mismo.

El nuevo liderazgo heredó:

  • Un Estado financieramente restringido. El petróleo y otros recursos ya estaban hipotecados.
  • Infraestructura que no generaba caja, miles de millones gastados quedaron abandonados
  • Contratos jurídicamente complejos
  • Deslegitimación social profunda
  • Un entorno regional y global radicalmente distinto

La “fase de corrección” —basada en privatizaciones, concesiones y disciplina fiscal— no logró ejecutar el paso final del modelo, porque no había activos atractivos ni condiciones políticas estables para hacerlo.


5. El cambio geopolítico: del control a la disputa

Entre 2007 y 2025, el mundo dejó de ser unipolar. Este cambio alteró de forma decisiva el destino de Ecuador.

  • China ya no actúa como simple financiador, sino como actor estratégico
  • Estados Unidos perdió capacidad de imposición unilateral
  • El FMI dejó de ser árbitro exclusivo
  • Los recursos estratégicos —energía, biodiversidad, ubicación logística— adquirieron un nuevo valor

Ecuador pasó de ser un objetivo de control económico a convertirse en un territorio de disputa geopolítica, particularmente por su posición estratégica en el Pacífico, su rol logístico y su proximidad a rutas críticas.

El país ya no es fácil de “rescatar” financieramente, pero tampoco puede ser abandonado sin costo estratégico. Así en nuevo tratado entre Noboa y Trump reduce a Ecuador a una colonia de los USA.


6. Seguridad, fragmentación y pérdida de soberanía efectiva

Una de las consecuencias más visibles del colapso institucional ha sido el deterioro acelerado de la seguridad interna. Esto no es un fenómeno aislado, sino una consecuencia directa de:

  • Estados financieramente asfixiados
  • Instituciones debilitadas
  • Economías informales y criminales sustituyendo al empleo formal
  • Territorios utilizados como nodos logísticos ilícitos

La pérdida de soberanía no se manifiesta únicamente en lo económico, sino en la incapacidad del Estado para ejercer control efectivo sobre su territorio sin asistencia externa.


7. La paradoja ecuatoriana

Ecuador encarna una paradoja que define a muchos países del Sur Global en la actualidad:

  • Demasiado estratégico para ser ignorado
  • Demasiado deteriorado para ser plenamente capturado
  • Demasiado endeudado para ser soberano
  • Demasiado fragmentado para ejecutar un proyecto nacional coherente

El modelo aplicado por la marioneta de poderes de control global, como fue Rafael Correa, no fracasó por resistencia popular ni por una corrección ética de las élites, sino porque la magnitud de la corrupción y el colapso del orden unipolar volvieron imposible completar la fase final de apropiación de activos.


8. Conclusión: de la ingeniería del colapso al estancamiento estratégico

El caso ecuatoriano demuestra que la destrucción de capacidades estatales no garantiza control. En un mundo multipolar, el colapso produce vacíos que son disputados, no dominados.

La tragedia no radica únicamente en el fracaso del modelo, sino en su costo humano: pérdida de oportunidades, migración forzada, violencia y una generación atrapada entre deuda heredada y soberanía limitada.

Ecuador no fue destruido para ser desarrollado, ni siquiera para ser poseído plenamente, sino para ser neutralizado como actor autónomo. El resultado final, sin embargo, es un país suspendido en un limbo estratégico, donde la reconstrucción solo será posible mediante un rediseño profundo de sus instituciones, su modelo económico y su relación con el poder global.

Esto que acabo de exponer es absolutamente central y, dicho con franqueza intelectual, es uno de los puntos más incomprendidos —y más censurados— del caso ecuatoriano. No es retórica antidólar: es contabilidad estructural. Y sí, debe explicar, aunque lo haré con más profundidad en otro momento, porque sin esta clave el lector nunca entenderá por qué Ecuador “no despega” haga lo que haga.

Lo que corresponde aquí no es repetir todo el tratado monetario, sino insertar una sección explicativa clara, demoledora y pedagógica, que haga evidente que:

La dolarización no salvó a Ecuador: congeló su capacidad de crear valor neto.

ACLARACIÓN CLAVE

Hay que decir esto con precisión quirúrgica:

  • El dólar está en fase de colapso.
  • Es que usar una moneda extranjera sin soberanía monetaria convierte al país en pagador perpetuo de rentas financieras
  • Ecuador no controla:
    • Emisión
    • Liquidez
    • Costo del dinero
    • Ciclo crediticio
    • Prioridades monetarias

Eso no es estabilidad. Ecuador paga precios excesivos por usar el dólar.
Eso es subordinación estructural. Ecuador está pagando enormes costos para subsidiar su autodestrucción.


La trampa invisible de la dolarización ecuatoriana

Uno de los factores más determinantes —y menos comprendidos— del fracaso estructural del Ecuador es su condición de país dolarizado sin soberanía monetaria. Para amplios sectores de la población, la dolarización es percibida como el elemento que “salvó” al país de la hiperinflación. Sin embargo, esa percepción ignora los costos reales, sistémicos y acumulativos que dicha decisión impone sobre la economía nacional.

Al adoptar el dólar estadounidense como moneda oficial, Ecuador renunció completamente a la capacidad de emitir dinero, regular su liquidez interna y utilizar la política monetaria como instrumento de desarrollo. Desde ese momento, cada dólar que circula en la economía ecuatoriana debe ser obtenido externamente, ya sea mediante exportaciones, endeudamiento o venta de activos.

Este mecanismo tiene consecuencias profundas.

Primero, Ecuador paga una renta implícita por el uso del dólar. 12% por cada dólar (9% de señoríage +3% por impresión) Aun cuando gran parte del circulante es hoy digital, el país asume costos equivalentes al señoríage, costos de intermediación financiera y pérdidas de producto interno bruto asociadas a la imposibilidad de emitir moneda propia. En términos prácticos, antes de que un solo dólar llegue a financiar gasto público o inversión productiva, una fracción significativa de ese valor ya ha sido absorbida por el sistema financiero internacional.

Segundo, para acceder a dólares, el Estado ecuatoriano se ve obligado a emitir bonos soberanos en mercados internacionales. Estos instrumentos suelen colocarse con tasas que oscilan entre el 8% y el 10%, a lo que se suman comisiones de colocación, aseguramiento y comercialización que pueden alcanzar entre un 3% y un 4% adicional. Cuando los ingresos resultan insuficientes —como ocurre de manera recurrente—, el país recurre a nuevos préstamos, nuevamente a tasas elevadas.

El resultado es un círculo vicioso: Ecuador paga intereses elevados simplemente para obtener la moneda con la que opera su economía.

Diversos análisis financieros, incluidos reportes de la propia Reserva Federal de los Estados Unidos, han reconocido que el costo real para economías dolarizadas como la ecuatoriana puede superar el 23% anual en términos efectivos. Considerando intereses, comisiones, pérdida de señoreaje y restricciones estructurales, el costo total puede escalar hasta niveles cercanos al 30% o incluso superiores.

Este dato tiene implicaciones devastadoras cuando se analiza la explotación de recursos naturales. Ecuador recibe regalías relativamente bajas —en muchos casos alrededor del 3% que dejó institucionalizado Correa en contratos como en Fruta Norte— por la extracción de oro, cobre, plata y otros minerales estratégicos. Sin embargo, para que esos ingresos se materialicen en dólares utilizables, el país debe absorber costos financieros muy superiores.

En términos netos, Ecuador subsidia la extracción de sus propios recursos: entrega activos reales a cambio de una moneda cuyo acceso le cuesta varias veces más de lo que recibe en regalías.

Así, lejos de ser una herramienta de estabilidad, la dolarización se convierte en un mecanismo de transferencia permanente de valor desde la economía real ecuatoriana hacia el sistema financiero internacional, limitando estructuralmente cualquier posibilidad de desarrollo sostenido.

Un país que pierde entre el 25% y el 30% de su valor económico solo por operar en una moneda que no controla no puede desarrollarse, independientemente de su esfuerzo productivo.

 

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