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domingo, 2 de abril de 2023

Gracias, Diosito

De muchas maneras soy muy afortunado Porque Dios ha sido extremadamente bondadoso en responder con exageración algunas de mis oraciones. Como ya lo verán,  aunque por el otro lado había descuidado algo muy importante para mi. Pero no puedo quejarme mucho porque al menos me había concedido capacidad mental y todo posible talento, aunque en lo fisico se había descuidado tanto que mi propia madre me decía “monstruo igual a tu taita” y sin embargo mi padre aparentemente tenía la creencia que yo no era su hijo. Así me lo dijo un día poco antes de irse de casa, cuando yo tenía diez años.

“Debes estar agradecido que te he criado igual que a los otros aunque tu no eres mi hijo” me dijo mi padre muy seguro de si mismo. Y yo que sentía que verle a su cara era como verme al espejo, solo se me ocurrió pensar “pero si tengo la misma cara de v…que ud” pero no le dije eso, solamente siguiendo mi linea de extremismos supremos le dije “ahora entiendo porque mis hermanos son burros” y rápido salí corriendo de su taller más rápido que Fernando Madera en su porsche 56.




Luego llegó un día que sellaría nuestro futuro. Todo por culpa de mi hermano mayor que disfrutaba brillar en ser el peor en todo, no contento con establecer el record de que le hayan metido 16 goles en un solo partido, se había quedado aplazado en cinco materias y suspenso en 4. Si por él hubiera sido se quedaba suspenso hasta en religión. Así mi madre se había tomado el trabajo de ir a hablar con cada profesor, para ver si uno o dos evitaban la suspensión, me constó porque yo había estado con ella en cada instante. Pero a un profesor que era esposo de su prima, le encontramos saliendo de una papelería que por coincidencia operaba junto a un hotel, así alguien le había ido con el cuento a mi padre que le habían visto salir a mi madre con un profesor de tal y cual hotel. Mi padre lleno de celos y sin dar tiempo a averiguar la verdad que solo hubiera tomado preguntarme, llegó a casa dispuesto a tirarla abajo y como yo me interpuse para evitar que le golpée a mi madre, terminé como Rocky Balboa enfrentando a Cassius Clay, y lo peor que no podía responderle un solo quiño. Lo cual provocó que yo haga mis maletas y le diga a mi madre que me largaba de casa porque no iba a esperar ver que le mate mi padre. Así mi madre le pidió el divorcio y mi padre tuvo que irse de casa y se dedicó por años a decirle a Raymundo y todo el mundo que él era el hombre agraviado. Encima mis hermanos me culpaban que por mis amenaza de irme de casa habían perdido a su "papito". Pero total se fue de casa, anunciando que “ya se había hartado de todo” y así sin más dejó de ser nuestro padre y por años aún ignoró la manutención que le exigía la corte. 


Mi madre tenía que trabajar arduamente para criar sus “cinco plagas” como tan gentilmente nos recordaba, y a veces hasta la una y dos de la mañana solía estar cosiendo. Criar cinco hijos sola en la década de 1970 no era nada fácil. Fue una vida de tanto sacrificio y trabajo muy árduo de mi madre que nunca paraba un instante de trabajar y jamás nos desprotegió y luchó a diario para darnos lo mejor que pudo. Eso implicaba que mi madre no podía atender cantidad de cosas y así nos asignó responsabilidades a cada uno, sin más razón que “vos por ser igual a tu taita vas a ayudarme a cocinar, limpiar la casa y hacer las camas todos los dias, y a hacer las compras cada fin de semana”. Agustin fue puesto a cargo de dar de comer a las 75 gallinas, a los puercos y a los perros, y a regar las sementeras, pero el problema es que nunca lo hizo y terminaba haciendolo yo, a menudo él se pasaba cazando mariposas, tomándose caballos ajenos para irse a dar la vuelta o tratando de conquistar a una de las nuevas vecinas. Mi otro hermano fue puesto a trabajar para mi tíó en su almacén. Mi hermana tenía la única responsabilidad de cuidar a su gato Azabache y jugar con sus amigas.




Para disipar mi desfortuna de tener que barrer, cocinar, hacer camas a diario, y ayudarles a todos mis hermanos en sus deberes, porque a mi madre se le había ocurrido que yo podía hacerlo aunque estaban en grados superiores y encima mis hermanos venían con reclamos, algo que yo no permitía pasar sin ponerles una lagartija o tarántula en su cama, luego estaban ahí gritando "mámi el Patricio me ha puesto una lagartija en la cama" mi padre siempre preguntaba "pecoso, vos le hiciste eso a tu hermano?" y yo siempre decía "eso? los deberes, la cama, o que?". Así que haya sido por eso u otra razón mis hermanos solo querían saber de mi para deberes o para reclamarme de algo. Así que empecé a refugiarme en el dibujo y pintura, creyéndome Miguel Angel, ( no pues el Ayabaca) el otro y como me convencí que yo era algo Da Vinciano, cometí el error de ir a la iglesia del Jesús del Gran Poder luego de haber sido el único que se mantuvo despierto en la misa del cura Justicia ese domingo, "Pide, pide a Dios con fe y te será concedido" había dicho el cura entre los ronquido de los fieles feligreses. Así que para lunes había ido a pedirle exclusivamente a Dios un favor con toda fe “Diosito hazme un gran dibujante y pintor, pero para eso necesito encontrar una forma de poder ver muchos, muchos rostros, concédeme eso Diosito”, hasta créo que el cura Justicia escuchó, pórque siempre me veía feo.  Pero eso inició el desfile de mujeres en mi casa como no tienen idea. Parecía a veces que no había instantes que no haya mujeres desfilando en mi casa. Mi hermana era tan amiguera que casi todos los dias estaban allí Odila, Maristel, Belinda, Maria Inés, Maritza, Myriam, Lorena, Mónica, Carmen, Maria etc, y mi madre había tomado estudiantes de corte y así a menudo venían Pilar, Beva, Lupe, Isabel, Cristina y otras que no recuerdo sus nombres. Mientras tanto mi padre se había dedicado a rentar la mitad de la casa que él había tomado en la división de bienes y así vinieron a vivir en mi casa cantidad de mujeres y muchas traían cantidad de familiares mujeres que venían a visitarlas. Así conocí a Cecilia, Elena, Sonia, Concha, Alba, Maruja, Trinidad, Giova, Bolivia, Aida, Hilda, Maria del Carmen, Rocio, etc.

 


Por supuesto las clientas de mi madre venían constantemente porque en ese tiempo las revistas Vogue, Bazar etc estaban tan de moda que si alguien quería tener la última moda tenían que hacerse coser sus vestidos, pantalones, bluzas y hasta el último bikini de moda. Pronto mi madre tenía clientas hasta de Quito y el desfile era incanzable de todo tipo de damas, señoras, señoritas. Una vez que venía una clienta, pronto venía con sus hermanas, sus hijas y sus amigas. Pero ni una sola mujer jamás me hizo caso, porque mi madre siempre les informaba a todas y cada una de sus clientas que “este es el demonio, castigo de mis pecados” y con eso todas las mujeres automáticamente al verme desarrollaban un gesto como que algo les apestaba. Por supuesto que al tener piel extremadamente blanca y delicada hizo que el sol ecuatoriano me haya llenado de tantas pecas que cualquier pinche platano mosqueado me quedaba corto. Total todas las mujeres simplemente me decían “el pecoso” Para colmo mi madre se le había ocurrido que una gran estrategia de buen servicio era servirles té, café y algún bocadillo y por supuesto me asignó a que les sirva. Así que por ordenes de mi propia madre terminaba enredándome entre las clientas. Si preguntaran a alguna mujer por mi nombre, simplemente les dirían que había un pecoso rondando por allí.

 


Pero Dios en toda su sabiduría quería ayudarme aún más y no estaba satisfecho aparentemente, con mi progreso en el dibujo o mis habilidades en la pintura. Apenas mis compañeros me habían pedido que les haga dibujos de las mujeres que les embelezaban y varios me habían pedido que haga desnudos, en poses que seguramente si lo hacía terminaría pintando cuadros con Don Satanas en algún lugar muy caliente. 

Así un día mi madre me había mandado a regar la sementera de coles que habíamos plantado donde mi tío. Ahora esas sementeras son nada menos que el Supermaxi. Luego de poner el água donde tenía que hacerlo me había trepado a cosechar unas riquísimas guavas. Pero encima había granadillas y tacsos, así estaba feliz cosechando de todo. El árbol era muy frondoso y luego de haber cosechado unas cuantas frutas me había instalado entre par de fuertes ramas dispuesto a comer la deliciosa fruta. 



De repente escuché un puertazo, como que el viento había aventado alguna puerta y por eso mis ojos fueron en esa dirección de la casa vecina. Súbitamente mis ojos estaban viendo lo que nunca habían visto hasta entonces, una mujer completamente desnuda. Y era nada menos que Beva. Y es que en honor a la verdad de todas las mujeres que han nacido en Ibarra, Beva y su hermana Lupe seguramente han sido de los dos cuerpos más hermosos que se hayan visto. Beva tendría 18 años quizás, y su cuerpo era algo tan hermoso que el dios Sumerio Enki feliz le hubiera dejado a Ninhursag para crear varios adamos en Ibarra. Beva aparentemente disfrutaba mucho ser nudista porque estaba encantada de la vida caminando con algo en la mano y se dirigía a lo que eran obviamente baños afuera de la casa. Mis ojos no sabían a donde ver, todo era exquisito, una cosa era mejor que otra y la otra era mejor que la anterior. Cada seno, cada gluteo, cada movimiento, era perfección. Todas las banderas de mi cuerpo se hizaron en unísono patriótico y se habían vuelto Juán León Mera y mi cuerpo entero entendió el himno nacional. “y tu pecho tu pecho reboza, más que el sol contemplaron lucir, puru pupum! Pum, pum” , Y las fuerzas universales, los ángeles de los deseos, los santos de la porra o lo que haya sido, le iluminaron a Beva que ella debía usar aloe vera. Casi grito del gusto “gracias Dios mio”, por suerte callé! Beva se agachó a ver la planta, luego se inclinó, se levantó y fue a dejar la toalla y los envases de shampoo y jabón en el baño, salió con sus dos rebozantes pechos saltando del gusto de estar libres en la intemperie y fue caminando de regreso a su casa, mientras ella caminaba yo comtemplaba maravillado dos preciosas nalgas que parecian sonreirme al moverse como diciendo “al vaiben de la cumbiamba, hay hay” tan perfectas eran que mi lapiz jamás podrían dibujarlas porque eso solo lo podría hacer Dios. Pronto Beva regresó con un cuchillo en mano, se agachó y supongo que para sentirse comoda, se arrodilló y mientras recortaba la rama estuvo literalmente en cuatro y yo mirándo todo eso. Hasta las guavas se cayeron a donde estaba mi jeta.  Beva finalmente se levantó y fue al baño, cerró la puerta y abrió la ducha. Yo había recibido un curso intensivo y avanzado de anatomía y en ese instante estaba tan inspirado que hubiera pasado un test de pinche medicina. Así atragantándome de tacsos y granadillas para calmar el deseo de algo dulce que esperaba que vuelva a salir del baño y continuar la clase de anatomía esperaba ancioso que termine su baño la hermosa nudista, pero la tragedia sucedió que mi tió vino a supervisarme, abrió el portón y metió su coche y eso me dio tiempo a bajar todas las banderas. Fui a cambiar el água y luego mi tio me dijo “vete tranquilo a casa, yo cerraré el agua” no permitía argumentos, así que no había forma posible de decirle, me vale madres me voy a trepar a ese guavo a esperar que salga la vecina del baño, así que triste y acongojado regresé  casa a dibujar tal cual como Dios quería que lo haga. Esa semana vendí dibujos como no imaginan.



 Poco tiempo después llegaba un día del colegio y al subir las gradas y llegar a la puerta de entrada me encontré ante una maravillosa escena. Dios nuevamente por ayudarme a mejorar mi talento. Ante mis ojos estaba la mujer más bella de todas las clientas de mi madre. Y como su esposo había programado llevarle a una casa de playa, ella se había hecho hacer par de bikinis con mi madre.Solo habían en las revistas, no creo que entonces había de venta siquiera en Ecuador.  Pero el caso es que la Sra estaba modelando ante el Espejo, mirándo cada detalle de como lucian en su hermoso cuerpo y aparentemente era perfeccionista porque se daba vuelta, ponía sus pompis de punta, miraba el otro lado y giraba para asegurarse que todo este cubierto como debía estar, o destapado como debía. Tan distraida estaba que nunca pareció percatarse que yo estaba parado literalmente en la puerta. El punto es que yo estuve inmobilizado hasta que apareció mi madre del otro cuarto y me dijo “Que haces ahí parado?”. Y la mujer bella me preguntó sin más “¿que te parece mi traje, mijo?” y pues no podía decirle más que la verdad “perfecto”

 


Lo cierto es que después de eso, dibujaba muy bien la bella anatomía femenina que Dios hizo tan perfecta, tan magnifca y maravillosa. Dios siempre me ha ayudado a hacer mis dibujos y pinturas. Ahora nada me complace más que lograr hacer a la perfección un dibujo o pintura del bello rostro de la mujer que amo y sea por suerte o quizás ella está media ciega para estar conmigo, pero ciertamente ella es una mujer hermosa y su cuerpo es perfección. Gracias diosito!

 

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